Neo-kaleckianos e Historia Económica. ¿Qué sabemos sobre los “regímenes de crecimiento”?

Pablo Marmissolle (Universidad de la República, Uruguay)

Pablo Marmissolle es docente de Historia Económica Mundial y Desarrollo Económico del Uruguay en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (FCEA) de la Universidad de la República (UdelaR), Uruguay, así como investigador en Historia Económica del Instituto de Economía (IECON) de esa misma Facultad. Es Licenciado y Magíster en Economía por la UdelaR y estudiante de Doctorado en Historia Económica en la Universidad de Valencia, España.


RESUMEN. Los modelos neo-kaleckianos basados en el trabajo de Bhaduri & Marglin (1990) buscan analizar de qué forma los cambios en la distribución funcional del ingreso inciden sobre el crecimiento de los países, identificando, así, el régimen de crecimiento económico. En las últimas dos décadas se han realizado muchas investigaciones empíricas buscando identificar y analizar los regímenes de crecimiento; la mayoría de ellas abordaron el caso de países desarrollados, se centraron en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, y han encontrado regímenes impulsados por los salarios. Aunque son escasas las investigaciones que han adoptado una perspectiva histórica, éstas encontraron, también, evidencia de regímenes impulsados por los salarios.


Un breve repaso

Un tópico clásico de la ciencia económica ha sido el análisis de la relación distribución – crecimiento. Sin embargo, a pesar de que desde los tiempos de Ricardo y Marx existía una larga tradición de estudio de los efectos de, por ejemplo, los bajos salarios sobre los niveles de consumo y sobre la demanda agregada y el proceso de acumulación, recién a mediados del siglo XX aparecieron modelos macroeconómicos que comenzaron a considerar explícitamente estos efectos. El economista polaco Michal Kalecki, entre otros grandes aportes, contribuyó a la disciplina con la formalización del vínculo entre distribución del ingreso y producción en un modelo macroeconómico con dos clases sociales, trabajadores y capitalistas, cada una de las cuales tenía distinta propensión a consumir (y, por tanto, a ahorrar) (Kalecki, 1996). En este modelo la determinación de los precios se da en mercados oligopólicos en los que las empresas establecen los precios fijando tasas de mark-up sobre sus costos, y se asume que las economías tienen exceso de capacidad, es decir, la demanda agregada determinará los niveles de equilibrio del producto efectivo (Blecker & Setterfield, 2019). La obra de Kalecki dio origen a una larga serie de modelos macroeconómicos neo-kaleckianos (que se engloban en la corriente post-keynesiana) que otorgan a la distribución funcional del ingreso un rol central para explicar el nivel y evolución del producto.

Dentro de la tradición post-keynesiana, el trabajo seminal de Bhaduri & Marglin  (1990), basado en los aportes de Kalecki, dio lugar a una prolífica literatura que analiza la influencia de la distribución funcional del ingreso en el desempeño macroeconómico de los países. Esta línea de investigación estudia los diferentes canales a través de los cuales la participación de los salarios en el ingreso (y de los beneficios) afecta al crecimiento del consumo, la inversión y las exportaciones netas. A partir de estos efectos, se determina si los aumentos de la participación de los salarios en el ingreso contribuyen al crecimiento económico o no. Si lo hacen, esto indicaría que el régimen de crecimiento de la economía es wage-led, y en caso contrario, profit-led ((Blecker, 2002; Lavoie & Stockhammer, 2013). La caracterización de las economías a partir de la identificación de su régimen de crecimiento es sumamente útil para comprender cómo ha sido su crecimiento en el pasado y cuáles son sus posibilidades de crecimiento a futuro. Conceptualmente, la naturaleza del régimen de crecimiento no es una caracterización dada por la política económica aplicada por determinado gobierno, no es diseñado por la política (aunque cambios en ésta podrían afectarla en el largo plazo), sino que se determina por la estructura institucional de la economía. En ésta influye la distribución del ingreso del país, pero también variables como la propensión a consumir de las distintas clases sociales, la sensibilidad de los empresarios frente a cambios en las posibilidades de ventas y en la tasa de beneficios, la sensibilidad de los exportadores e importadores frente a cambios en los costos, el tipo de cambio, las modificaciones  en la demanda externa y los incentivos a la innovación que los cambios distributivos puedan generar (Blecker & Setterfield, 2019).

¿Modelos de demanda útiles solo para el corto plazo?

Si bien la literatura sobre regímenes de crecimiento se enmarca en las teorías de crecimiento liderado por la demanda, el análisis del lado de la oferta también ha ido incorporándose a los modelos. En este sentido, se puede plantear que los cambios en la participación de los salarios en el ingreso (o en los salarios reales) pueden impactar sobre el crecimiento de la productividad (o del progreso tecnológico, desde una perspectiva más amplia). Este impacto de los cambios distributivos sobre la productividad puede pensarse, por ejemplo, por el lado de la teoría sobre salarios de eficiencia (Shapiro & Stiglitz, 1984). Otra posibilidad es pensar en argumentos en línea con la “ley” de Kaldor-Verdoorn[1], que plantean, en última instancia, que los aumentos salariales tendrán un impacto positivo sobre los incentivos de las empresas que, buscando satisfacer la demanda y reducir sus costos, lograrán mejoras en los procesos de producción que generan aumentos de productividad (Bengtsson & Stockhammer, 2021; Storm & Naastepad, 2013).

La teoría macroeconómica post-keynesiana suele vincularse al análisis de corto y mediano plazo. Sin embargo, algo particularmente interesante para quienes hacemos historia económica, es que el análisis puede extenderse perfectamente al largo plazo (Mott, 2002). En el análisis post-keynesiano de largo plazo, la producción y el empleo no se determinan por la oferta de trabajo y de capital remunerados según sus productividades marginales: el equilibrio es determinado por el consumo de capitalistas y trabajadores (estrictamente vinculado a la distribución del ingreso) y por los demás componentes de la demanda agregada (inversión y exportaciones netas, también vinculados a la distribución). En este marco, la oferta de factores productivos solo puede determinar el producto de la economía si la demanda agregada es mayor a la producción de pleno empleo con plena utilización del stock de capacidad instalada, pero como muestra Steindl (1952), esta situación es poco plausible.  Steindl (1952) plantea que las empresas tienden a acumular capacidad productiva por encima de la demanda; en este escenario, las empresas con menores costos van a poder vender a precios más bajos que sus competidores, logrando de esa forma desplazar a la competencia y crecer más rápidamente en el mercado, generando economías de escala. Este proceso marca, a largo plazo, una tendencia al oligopolio y al exceso de capacidad (Steindl, 1952), lo que respalda la utilización de modelos centrados en la demanda y en la distribución del ingreso para estudiar los procesos de crecimiento económico en el largo plazo y las diferencias en estos procesos en distintas economías.

La distribución ¿un proceso exógeno?

Estos modelos suelen considerar el impacto de los cambios distributivos sobre distintas variables macroeconómicas, tomando a la distribución como un proceso exógeno. Cabe preguntarse, ¿qué hay detrás de la distribución funcional del ingreso? ¿Qué determina la participación de beneficios y salarios en el ingreso total y su evolución en el tiempo?

Al igual que los economistas clásicos del siglo XIX, Bengtsson et al. (2020) se realizan estas preguntas, motivados por un hecho estilizado: la reciente caída de la participación de los salarios en el ingreso en muchos países. Esta tendencia, como señalan Karabarbounis & Neiman (2014) y Bengtsson et al. (2020) se vincula con otros cambios económicos y políticos acontecidos en los países capitalistas desarrollados desde el final de los “años dorados”, como ser la globalización, la automatización de la producción y la desregulación del mercado laboral. Desde un punto de vista teórico, podrían plantearse muchas variables que incidan en la distribución funcional del ingreso, pero la investigación empírica de Bengtsson et al. (2020) encontró que a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI, los factores más relevantes han sido “de naturaleza institucional”. La política partidaria, la sindicalización de los trabajadores y la política fiscal se destacan como determinantes centrales de la distribución funcional del ingreso en el largo plazo.

Los factores mencionados en el párrafo anterior son identificados por Bengtsson et al. (2020) como causas próximas de los cambios en la distribución del ingreso, pero todos ellos se derivan de una única causa fundamental: las relaciones de poder en la sociedad[2].  En otras palabras, las relaciones de poder son claves a la hora de definir qué hay detrás de la distribución del ingreso entre los diferentes factores productivos (o clases sociales), que a su vez es fundamental para definir cómo se comportará la demanda y, en última instancia, el crecimiento y los logros socioeconómicos de determinada sociedad. Estos fundamentos “institucionales” de la distribución de ingresos son los que permiten a los modelos teóricos centrarse en la relación de causalidad desde la distribución hacia la demanda y el crecimiento; es de destacar, sin embargo, que no son pocas las investigaciones empíricas sobre regímenes de crecimiento que endogenizan la distribución a la hora de realizar estimaciones econométricas.  Desigualdad, crecimiento, fundamentos institucionales y relaciones de poder son conceptos ampliamente extendidos en los análisis de Historia Económica y, por tanto, no es de extrañar que estos planteos conceptuales de naturaliza neo-kaleckiana prendan progresivamente en el campo de la disciplina.

¿Qué dice la evidencia empírica?

La gran mayoría de las investigaciones empíricas que han buscado identificar regímenes de crecimiento se han centrado en economías desarrolladas. Sin embargo, cabe destacar la creciente acumulación de evidencia para América Latina (Tabla 1).

Tabla 1. Regímenes de crecimiento: un mapeo de la literatura

*  Abarca economías desarrolladas, en proceso de industrialización y economías agrícolas de bajos ingresos.

Fuente: elaboración propia.

Onaran & Galanis (2014) analizaron el impacto de los cambios en la participación de los salarios en el ingreso sobre el crecimiento de los paíseys del G20. Concluyeron, más allá de las diferencias encontradas para cada país, que la disminución global de la participación de los salarios en el ingreso tuvo efectos negativos significativos sobre el crecimiento económico del grupo (en 1960 – 2007). Si se tiene en cuenta que los países del G20 representan más del 80% del PIB mundial, puede concluirse que, salvo algunas excepciones, el crecimiento de la economía mundial está impulsado por los salarios. Badru (2020) analizó el régimen de crecimiento de un grupo de más de 30 países; sus resultados indican que el crecimiento estuvo impulsado por los beneficios a corto plazo y por los salarios a largo plazo. Para el caso particular de las economías desarrolladas, la evidencia muestra que el crecimiento estuvo impulsado por los salarios en ambos horizontes temporales. Alarco Tosoni (2016, 2017) analizó cómo la evolución de la cuota de salarios (la proporción de éstos en el PIB) afectó al crecimiento económico de América Latina en el periodo 1950 – 2014. Sus resultados indican que la región ha tenido un crecimiento wage-led, aunque se identificaron dos grandes subperíodos durante estos años: desde 1950 hasta 1979 la región habría tenido un régimen wage-led, en tanto que desde 1980 a 2014 el régimen habría sido impulsado por los beneficios.

Hasta donde sé, Bengtsson & Stockhammer (2018, 2021) y Marmissolle (2020, 2021) son las únicas investigaciones sobre regímenes de crecimiento en perspectiva histórica. Esto es, en la mayoría de los artículos revisados, el análisis hace foco en los resultados de la estimación econométrica, sin darle suficiente espacio a la consideración de variables institucionales, de política pública y de relaciones de poder, ni a movilizar la dinámica histórica de los hechos. En cambio, esos dos estudios hacen esfuerzos en ese sentido. Bengtsson & Stockhammer (2018, 2021) realizaron un análisis a largo plazo de los efectos de la distribución funcional del ingreso sobre el crecimiento, analizando tanto el impacto de los cambios distributivos sobre la demanda agregada como sobre la productividad. Estudiando los casos de Dinamarca, Noruega y Suecia desde 1900 hasta 2010, constataron que el régimen de crecimiento de estos países estuvo impulsado por los salarios. A un resultado similar llegué en mis investigaciones de 2020 y 2021, analizando la economía uruguaya en el período 1908 – 2017. El régimen de crecimiento de Uruguay ha sido wage-led en el período, pero este régimen no fue “puro”: hay evidencia de que las rentas de la tierra han impulsado al crecimiento, básicamente por su impacto sobre la inversión del sector transable.

En síntesis

Los modelos post-keynesianos basados en el trabajo de Bhaduri & Marglin  (1990) buscan analizar de qué forma los cambios en la distribución funcional del ingreso inciden sobre el crecimiento de los países, identificando, así, el régimen de crecimiento de las economías. Si bien, en un primer momento, este tipo de modelos estaba centrado en el análisis de corto plazo y en factores de demanda, su alcance se ha ampliado a análisis de largo plazo y ha incorporado, cada vez más, consideraciones de oferta. Aunque no son pocas las investigaciones empíricas que, a la hora de estimar el impacto de la distribución sobre el crecimiento utilizan técnicas econométricas que permiten considerar los efectos cruzados entre las variables, los modelos teóricos establecen una relación de causalidad desde la distribución hacia el crecimiento; básicamente, se asume que la distribución funcional del ingreso es exógena, dado que es determinada por factores institucionales que, en última instancia, dependen de las relaciones de poder en la sociedad. En las últimas dos décadas se han realizado muchas investigaciones empíricas buscando identificar y analizar los regímenes de crecimiento; la mayoría de ellas abordaron el caso de los países desarrollados, se centraron en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, y han encontrado regímenes impulsados por los salarios. Aunque son escasas las investigaciones que han adoptado una perspectiva histórica, es interesante destacar que éstas encontraron regímenes impulsados por los salarios y, de hecho, constituyen una agenda abierta de investigación.

[1] Desarrollado en las investigaciones de Verdoorn (1949) y Kaldor (1966).

[2] Bengtsson et al. (2020) entienden las causas “próximas” y las causas “fundamentales” en el sentido planteado por North y Thomas (1973); es interesante notar el paralelismo con el marco conceptual planteado por Szirmai (2012).


Referencias

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